Quizá es que me esté volviendo mayor y no me guste cambiar, pero hay cosas del actual obispo de Roma que me desagradan profundamente.
No es ya el que se meta en temas
mundanos -que también-, o que muestre más simpatía por los tiranos (de izquierdas)
que por los tiranizados (éste se habría llevado bien con Setién). Algunas cosas
de las que dice en materia de doctrina me parecen sensatas, como lo que declaró
en materia de homosexualidad; pero es que hay otras cosas que me chirrían.
Es el caso, por ejemplo, de la
reunión que mantuvo hace un mes con el presidente de Estados Unidos, el primer
católico desde Kennedy (otro que tal baila). Sobre Biden se ha planteado la
cuestión de si, estando a favor del aborto, debería seguir comulgando. Por eso,
cuando uno lee que el pedófilo senil ha asegurado que el Papa le dijo que era un buen católico y que debía seguir comulgando, casi se me salen los
ojos de las órbitas… hasta que leo que el argentino y el estadounidense
hablaron de casi todo… salvo del aborto.
Así, cualquiera.
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