En cuestiones de variantes del coronavirus de la Covid-19, vamos camino de tener más que de la reunión del que fuera ninistro de Fomento de España con la que sigue siendo número dos de la narcodictadura venezolana (y mira que son versiones).
Y, lógicamente, estas mutaciones
surgen donde menos coto se ha puesto -por incapacidad, por imposibilidad o,
directamente, por desidia- a la pandemia. Es decir, en los llamados países del
Tercer Mundo.
Aunque considerar tercer mundo a
Sudáfrica es forzar un poco las cosas, estoy seguro de que hay zonas en ese
país donde se darían con un canto en los dientes si pudieran vivir como en el
tercer mundo. Que viven en el cuarto o más allá, vamos.
Y allí es donde ha surgido la
última (de momento) variante, bautizada como ómicron -en un par de días veremos
por qué-, que ha dejado atrapados en Johannesburgo a una docena devallisoletanos, al cancelar sus billetes la compañía aérea, que sigue la política
de transportar sólo a nacionales.
Teniendo en cuenta que no hay
vuelos directos entre Sudáfrica y España, es una putada para nuestros
compatriotas; sin embargo, es bueno para el conjunto de los españoles, puesto
que así evitamos que nos lleguen, de momento, potenciales portadores de esta
variante.
Esperemos que cuando se flete un
vuelo ex profeso para traerlos, que se fletará, se tomen las medidas de precaución
necesarias para asegurarnos de que no se nos cuela ningún infectado.
Porque, si después de cien mil muertos, todavía no ha aprendido …
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