Si hace unos días comentaba que el ministro del Interior peruano había dado una fiesta en plenas restricciones provocadas por la pandemia de la Covid-19, hoy toca decir que el susodicho ha dimitido.
Hasta ahí, bien. Lo malo es la parrafada que soltó para justificar su decisión:
He tomado la decisión democrática de renunciar de forma irrevocable al cargo de Ministro del Interior, rechazando las falsas acusaciones a mi trayectoria profesional y en respeto a la gobernabilidad y la confianza del Presidente de la República.
Esa pomposidad tan propia de la izquierda,
esa manía de meter el adjetivo democrático, cuando no viene a cuento
(¿es que ha sometido a votación el si renunciaba o no), por parte de quienes no
creen en la democracia, ese proclamar la inocencia (si lo es, ¿por qué
dimite?), esa proclama de respeto al superior que probablemente sea quien le ha
sugerido que dimita…
Por ello, y por mucho más…
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