Iba a comenzar esta entrada señalando que los miembros del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer son tan estúpidos que no reparan en cuando se contradicen a sí mismos.
Sin embargo, justo en el momento
de ir a poner los dedos sobre el teclado caí en una cosa: no es que sean
estúpidos -que lo son, en mayor o menor medida-, sino que juegan con el hecho
de que la mayoría de la gente tiene la memoria muy corta. Apenas recuerdan lo
que dijeron hace poco, mucho menos lo que afirmaban hace meses o años.
Por eso, que el ninistro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones se descuelgue abogando por acometer un cambio cultural en España que permita seguir la tendencia clara que hay en el resto de Europa, donde entre los 55 y los 70 o 75 años se trabaja cada vez más -esto es, por retrasar la edad de jubilación- podrá gustar más o menos… pero lo que nadie con un poco de memoria -o con acceso a hemeroteca, que viene a ser lo mismo- podrá dejar de percibir es que esta propuesta choca con la postura del psicópata de La Moncloa cuando, hace apenas dos años, atacaba al PP porque Aznar -alguien que, se mire como se mire, está al margen de la primera línea de la política activa- dijo que habría que retrasar la jubilación a los 70. Igual que choca -chirría- el que Sin vocales presuma de los logros, la abnegación y la dedicación de los integrantes de los ejércitos españoles con lo que, hace apenas un lustro, proponía acerca del Ministerio de Defensa: hacerlo desaparecer.
Naturalmente, la propuesta socialcomunista parte del mismo origen que todas sus demás propuestas: su incapacidad manifiesta para manejar como Dios manda la cosa pública. Y como son incapaces de generar empleo, que es el único modo de garantizar las pensiones sin cambiar el sistema actual, tiran por el otro lado e intentan retrasar todo lo posible el momento de empezar a pagarlas, en lugar de reducir el gasto en cosas superfluas... que hay unas cuantas.
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