Si algo hay que reconocerle a la actual izquierda española es que cuida de los suyos con una atención digna de mejores propósitos. Sin preocuparse por el qué dirán, colocan a los de su cuerda donde haga falta, dando para ello las más variopintas justificaciones sin que se les mueva un músculo de su faz adamantina.
Así, la marquesa de Villa Tinaja
-a tenor de las malas lenguas, parece que lo de calientacamas del Chepas
ya no se compadece con la realidad- ha recolocado a notorios delincuentes -no
lo digo yo, lo dicen las sentencias de los tribunales de Justicia- como Isabel
Serra, Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer. Y lo ha hecho porque, según ella, son personas íntegras y buenas personas. Lo segundo no parece coherente con
alguien que insulta y ataca a una mujer policía; y lo primero, con dos personas
que están siendo investigadas por malversación.
El mismo día -hace ya más de un
mes, cómo pasa el tiempo-, el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia
de padecer -es decir, el psicópata que lo preside desde el palacio de La
Moncloa- se sacó de la manga un cargo de nueva creación. Como duchos que son en
dar nombres rimbombantes a lo que no son más que humo y aire, lo llamaron embajadora en misión especial para la política exterior feminista. Naturalmente, era un cargo que ya tenía nombre y apellidos, porque venía con candidata incluida.
Volviendo a los comunistas, no se
les puede negar el desparpajo: la ninistra de Lomismodá defiende contratar como asesores a imputados y condenados, y que no pasa nada porque
esos individuos cobre sueldos públicos a pesar de sus problemas con la
Justicia.
En cualquier caso, si de los afines a quienes colocar hubiera que descartar a los que tienen asuntos pendientes con los tribunales, enseguida se iban a quedar sin candidatos…
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