Algunas personas que conozco y con las que hablo de política suelen achacarme que sólo critico a la izquierda. Yo les respondo que, en primer lugar, ya son muchos los que atacan a la derecha; en segundo lugar, que no voy a criticar a los que son de mi cuerda; y, por último, que llegado el momento también puedo criticar a la derecha. Hoy ha llegado uno de esos momentos.
Ya sabemos que, mientras con la
mano derecha el PSOE firmaba el pacto por las libertades y contra el
terrorismo, con la izquierda negociaba bajo la mesa con la banda asesina de
ultraizquierda un pacto por el terrorismo y contra las libertades.
Sabemos también que zETAp negoció
con los terroristas antes, durante y después de sus atentados, que se creyó -o
fingió creerse- la falsa huelga de hambre de José Ignacio de Juana Chaos, que
calificó a Otegi como hombre de paz y muchas otras miserabilidades.
Lo que hasta hace un mes no
sabíamos, o al menos yo no sabía, es que Mariano Rajoy había dado vía libre al zircunflejo
para negociar con los terroristas, diciéndole haz lo que tengas que hacer.
Y es que, en un Estado de Derecho,
no se negocia con los terroristas. En un Estado de Derecho, lo que tienes
que hacer es aplicar la Ley: detenerlos, juzgarlos, condenarlos, encerrarlos
y tirar la llave para que se pudran en prisión. En un Estado de Derecho, la
razón de Estado no se antepone a la dignidad nacional. En un Estado de Derecho,
se muere de pie y no se vive de rodillas. En un Estado de Derecho, uno no se ve
obligado a votar a la opción menos mala y tapándose la nariz, porque todos los
partidos apestan.
Desde luego, unos más que otros. Pero todos hieden.
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