Uno de los problemas de la iglesia católica en las regiones donde el separatismo es fuerte es que no muchos de los miembros del clero se oponen a la deriva anticatólica (en su sentido etimológico de universal) de parte de la jerarquía.
Peor es cuando demuestran una
inhumanidad rayana en el sadismo. Como cuando el que fuera arzobispo de San
Sebastián, así arda en los infiernos para toda la eternidad, preguntó a los
familiares de un asesinado por sus correligionarios (me refiero, claro está, a
la banda asesina de ultraizquierda) que dónde estaba escrito que había que querer
a todos los hijos por igual.
O como cuando, recientemente, una
mujer expresó como última voluntad que su funeral religioso se oficiara en
español y el sacerdote -de reconocida filia separatista- sólo lo hizo parcialmente porque, dijo, le avisaron con poco tiempo y no pudo encontrar un
misal en español.
Con ser malo, lo peor es que el obispado correspondiente (el de Solsona) aceptó la justificación del sacerdote y la dio por buena. Si hasta yo soy capaz de recitar pasajes enteros de la misa, cómo no va a ser capaz un cura… si es que tiene voluntad para ello, que lo dudo.
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