Cuando los neocom eran poco más que una pandilla de perroflautas que se dedicaban a ocupar la vía pública de aquellos ayuntamientos en los que gobernaba el Partido Popular -cuando no eran más que el movimiento quince eme, quizá por quince mierdas-, aseguraban defender a la gente y estar contra la casta.
Pero ¡oye!, fue llegar
al poder, olvidarse de la gente y convertirse en casta, adoptando los
peores modos y maneras de aquellos a los que decían combatir. Pero sin
abandonar la insolencia, el descaro y la autoconcedida superioridad moral de la
izmierda, que les permite hacer las mayores barrabasadas y decir los mayores
embustes sin que se les mueva un músculo de la cara.
Es el caso de la ninistra
de Lomismodá, que se marchó a Estados Unidos con tres amigas -una de ellas,
delincuente convicta y confesa, por lo que no debería haber podido entrar en el
país- en un viaje gratis total, con todos los gastos pagados y perdiendo
el tiempo haciéndose fotos que, teniendo en cuenta la dureza adamantina de los
rostros fotografiados, deberían haber hecho estallas las cámaras empleadas.
Y encima, tienen el descaro de afirmar, al desglosar los gastos, que la alimentación les salió a nueve euros y medio por persona (ejem) y día. O se creen que somos imbéciles, o las imbéciles son ellas.
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