De los siete presidentes de gobierno de la democracia -Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez-, el psicópata de La Moncloa es el único que tiene un doctorado y, además en Economía y Empresa.
Sólo el hecho de ser un
izquierdista español bastaría para afirmar que de economía no tiene ni
refitolera idea. Si a eso le sumamos los indicios más que ostentóreos de
que su tesis doctoral no sólo no fue redactada por él -que se la hicieron,
vamos-, sino que además es una sucesión de plagios como no se ha visto desde la
novela de Ana Rosa Quintana, queda claro que no miró los libros de la carrera
ni por el forro. Para acabar de rematar la faena, se ha rodeado, en el
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, de la mayor
panda de inútiles, sectarios y estúpidos que cabe reunir alrededor de la mesa
del consejo de ninistros.
Todo ello sumado no
puede tener sino una consecuencia: que la economía española se vaya al garete,
incluso sin la concurrencia de catástrofes como la pandemia de la COVID-19 o la
invasión rusa de Ucrania. Y que todas las medidas que tomen sean, en el mejor
de los casos, ineficaces, cuando no directamente contraproducentes.
Resumiendo: que hace un mes supimos que el consumo de gas por la industria se había hundido un treinta y nueve por ciento, a pesar de su paquete de supuestas ayudas.
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