La Organización de las Naciones Unidas quizá naciera con un propósito loable, y sin duda ha sobrevivido bastante más que su predecesora, aunque queda por ver si sobreviviría a una Tercera Guerra Mundial… suponiendo que la humanidad lo hiciera, claro está.
Sin embargo, ha devenido
un monstruo burocrático, un engendro hipertrofiado de intereses y de juegos de
poder. Corrupto además hasta la médula, como lo prueba el hecho de que el
comité que emitió un dictamen a favor de los golpistas catalanes no lo hiciera gratis
et amore, sino tras el pago de doscientos mil euros.
Y, teniendo en cuenta como se financia la administración regional catalana -igual que el resto de las regiones de España-, esos euros salieron del bolsillo de todos los españoles, que hemos acabado aflojando la mosca para que nos pongan como hoja de perejil.
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