domingo, 9 de octubre de 2022

Colorados, se han quedado los rojos

La autoconcedida superioridad moral de la izquierda no es algo privativo de la piel de toro. Por todo el mundo conocido, en una y otra orilla de cualquier mar u océano, siempre habrá una camarilla de inspiración marxista que, camuflada bajo cualquier otro ismo -del feminismo al ecologismo, del indigenismo al multiculturalismo (sea lo que sea esto último)-, pretenderá saber mejor que cualquier otro qué es lo que le conviene a ese otro.

Esto mismo ha sucedido en Chile, durante mucho tiempo la economía más próspera de Hispanoamérica. Los progres de uno y otro lado del Atlántico bramaban que la vigente constitución era hija de Pinochet. Bien, ¿y qué? ¿Le ha ido bien a Chile, durante todos estos años? Pues entonces.

Pero el recién llegado al poder presidente del país decidió impulsar, con toda la turbamulta de ismos diversos que le sustenta, la creación de una asamblea constituyente, que pergeñó un texto constitucional que oscilaba entre lo delirante -cuotas de todo tipo- y lo suicida -calificaba a Chile como estado plurinacional, texto que sometió a referendo en el que era obligatorio votar.

Vamos, que las cosas no son como en los butifarrendum de los golpistas de la barretina, sino que los resultados son, de verdad, representativos. Y los resultados fueron que más de un sesenta por ciento de los sufragios fueron contrarios al texto, mientras que (lógicamente) menos de un cuarenta por ciento lo fueron a favor.

Naturalmente, la ultraizmierda chilena no se rinde, y el presidente anunció que trabajaría por un nuevo itinerario constituyente (mira que son cursis los rojelios), que entregue un texto que logre interpretar una amplia mayoría.

¿No se le ha ocurrido que esa amplia mayoría parece estar bastante a gusto con la actual constitución?

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: