Una de las dudas que tengo sobre el psicópata de La Moncloa es si está encantado de haberse conocido o, por el contrario, arrastra un complejo de inferioridad -aunque no es complejo, si en realidad eres inferior- del tamaño de su jeta.
En cualquier caso, ha
dedicado más tiempo y medios a su autopromoción -libros, fotos, entrevistas…-
que cualquiera de sus predecesores. Pero a lo que ninguno se había atrevido es,
todavía en el poder, a encargar una serie sobre él mismo.
Sin embargo, ha ocurrido
lo peor que le podía ocurrir. De momento sólo se conoce el avance -lo que se
llama tráiler- de la misma, y el ridículo ha sido mayúsculo: la gente se
ríe, se cachondea, se pitorrea, se burla, se descojona. Nadie se lo toma en serio.
Y para alguien como Sin
Vocales, eso es lo peor que puede pasarle: no que le odien, que le odian;
no que le piten, que le pitan; no que le abucheen, que le abuchean. No: lo peor
de todo es que mueve a mofa, befa y escarnio.
Y se lo merece, porque es lo que indica el título de esta entrada.
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