Para los de izquierdas, incluso para los supuestamente instruidos, fascismo y extrema derecha son términos sinónimos. Olvidan, muy convenientemente para ellos, una serie de hechos incontestables: que Mussolini perteneció al partido socialista italiano; que la segunda parte del término nazi era socialista; que tanto los unos como los otros tienen más puntos concomitantes con los soviéticos que con las democracias occidentales.
Y, para muestra, un
botón. Uno de los (supuestos) rasgos del fascismo es el antijudaísmo (decir antisemitismo,
aunque es un término comúnmente aceptado como sinónimo, es inexacto, puesto que
hay más semitas que los judíos, y esos otros semitas no son objeto de aversión
por quienes odian a los judíos).
Actualmente, nadie odia
más a los judíos en general, y al Estado de Israel en particular, que la
izquierda. ¿Es, pues, fascista la izquierda? El presidente de Chile, el
comunista Boric, se negó hace un mes a recibir las cartas credenciales del embajador de Israel. ¿Es entonces fascista el jefe de estado chileno?
No hay más preguntas,
señoría…
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