Una manera de resumir la afirmación lincolniana de que es imposible tener engañados a todos siempre es el refrán castellano de que la mentira tiene las patas muy cortas.
Y eso es especialmente
cierto en el caso del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer, ya que reuniendo a todos sus miembros no llegan ni a media neurona funcional.
Lo de mentir, como
buenos (malos) marxistas, se les supone por principio. Pero es que lo hacen tan
mal, tan rematadamente mal, que se les pilla a las primeras de cambio.
Tomemos el caso de las
estadísticas laborales. A principios de Septiembre salieron las de Agosto: el paro
había subido en cuarenta mil cuatrocientas veintiocho , volviendo a situarse
por encima de los dos millones novecientos mil parados en España.
Pero la realidad tras
ese dato oficial era aún peor, porque sumados los colectivos de desempleados
que la estadística saca del cómputo del aparato administrativo -doscientos
veinticinco mil quinientos treinta y tres otros no ocupados (formación),
doscientos sesenta y cinco mil ciento treinta y un demandantes de empleo con disposición
limitada, y diecinueve mil doscientos veinte trabajadores que están en los
ERTES-, el paro real en Agosto llegó a casi tres millones y medio de personas.
Y es que la estadística oficial había vuelto a esconder casi quinientos diez mil desempleados.
Estos sólo engañan a los que están dispuestos a dejarse engañar.
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