En el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, los miembros del consejo de ninistros proceden de dos partidos: el PSOE y Podemos o, como les llamo yo, los criptocom y los neocom. Pero todos comunistas, al fin y al cabo.
Y, si son comunistas,
son rojos. Y no es que se lo llame yo, que también, es que ellos se califican
así a sí mismos. Recordemos al bobo solemne, que se definió como rojo y
feminista. Y ya sabemos lo que dice el adagio que traen los rojos: hambre,
y piojos.
Y eso es lo que va a
pasar si los presupuestos generales del Estado acordados por las dos patas del
desgobierno, que disparan el gasto público de una economía que tiene ya un grave
déficit y un volumen de deuda insostenible, se llevan a efecto.
El psicópata de La
Moncloa puede prometer que actualizará las pensiones de acuerdo con el IPC, con
una subida del ocho y medio por ciento. Él sabe que no podrá, y cualquiera con
dos dedos de frente lo sabe también, y sabe que él lo sabe.
Y, aun así, hay quienes le votan.
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