Cuando se monta la marimorena y en los puestos de control hay una pandilla de inútiles, el desastre es prácticamente seguro. Si esa pandilla, además, carece de escrúpulos, la situación se va a parecer a un cruce entre el puerto de Arrebatacapas (que resulta que existe… pensé que era una expresión nada más) y un mercado persa.
Y eso ocurrió con la
pandemia de la Covid-19, en la que el desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer primero negó la evidencia, luego hizo lo menos posible (no
fuera a ser que metieran la pata… todavía más) y finalmente acabaron echando la
culpa a cualquiera, menos a ellos mismos. Y, mientras, buscando enriquecer a
los afines y gastando el dinero a manos llenas porque, como dijo la indocta
egabrense, el dinero público no es de nadie.
Y, si lo hicieron tan bien,
¿por qué hace un mes se producía la tercera dimisión entre altos cargos del ninisterio
de Mortandad investigados por compras irregulares de materiales
relacionados con la pandemia?
Por ello, y por mucho más…
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