Un sector de los que critican al psicópata de La Moncloa desde que empezó a detentar el poder dicen que los de la mano y el capullo se han podemizado, que han radicalizado tanto sus postulados como su postura buscando afianzar su caladero de votos por la izquierda. El resultado sería que hoy día resultaría muy difícil diferenciar, a priori, a un criptocom y a un neocom.
Cuando los neocom
no eran más que una pandilla de perroflautas delinquidores, ocupantes de los
espacios públicos (sólo en aquellos municipios en los que gobernara el PP, por
supuesto), acostumbraban a empapelar paredes y marquesinas de autobús con
pasquines en los que proponían variadas medidas, a cual más pintorescas, pero
en su mayoría con un punto en común: ignoraban completamente el ordenamiento
jurídico vigente.
Hace ahora un mes saltó
la noticia de que Bruselas había calificado como incompatible el impuesto
a las eléctricas del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer planteaba imponer, y consideraba la posibilidad de tener que abolirlo.
Aunque, ahora que lo pienso, y como repito con frecuencia, Paulino Iglesias se estrenó en Cortes anunciando que su partido se saltaría las normas cuando el acatarlas les impidiera alcanzar sus fines, así que…
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