Cuando pones a fanáticos ineptos a cargo de la cosa pública, lo lógico es que las cosas salgan mal.
Y eso es lo que ha ocurrido con
la ley Montero-Sánchez, y eso es lo que puede ocurrir con la ley Belarra-Sánchez.
Porque, no lo olvidemos, serán las ninistras las que se han partido el
pecho (uno de cuatro… elijan) defendiéndolas y promoviéndolas, pero ha sido el
psicópata de La Moncloa el que ha permitido y permite que tengan un asiento en
el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Y si la norma patrocinada por la
marquesa de Villa Tinaja ha reducido las penas de setecientos delincuentes
sexuales (y contando), y ha puesto en libertad a la décima parte de ellos (y
contando), el tipo de normas que patrocina Juanita Petarda produce un
efecto similar.
Porque un rottweiler indultado
-recordemos, aunque puede que no haya razas violentas, hay perros violentos-
por las leyes animalistas estuvo, hace un mes, a punto de matar a una niña. El animal
era reincidente, y la dueña lo paseaba sin bozal.
Si hubieran sacrificado al animal y/o castigado como Dios manda a la dueña, nos habríamos ahorrado este segundo disgusto.
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