El problema de los llamados sindicatos españoles de clase es que sus cúpulas dirigentes, sobre tener una formación manifiestamente mejorable, viven tan alejadas de la realidad que sus propuestas oscilan entre la idiocia y el delirio.
Hace un mes, el sindicato
socialista se lanzó a pedir un salario mínimo interprofesional de dos mil cincuenta y cuatro euros mensuales. Probablemente creen, como el hermano del ninistro
de Consumo, que el dinero crece en los árboles, o poco menos.
Puestos a pedir, que lo pidan de veinte mil quinientos cuarenta. Total, qué más da…
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