Hay veces en las que uno no puede por menos que preguntarse qué clase de mentalidad depravada tienen aquellos a los que los neocom han encaramado a los puestos de responsabilidad en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Egolanda ha perpetrado una reforma laboral -en
rigor, una contrarreforma- con la que, mediante el expediente de llamar fijos
discontinuos a los que sólo tienen trabajo parte del año, pretendían
reducir las cifras del paro. Inútil empeño, puesto que antes se coge a un
mentiroso que a un cojo.
La marquesa de Villa Tinaja
ha hecho una reforma del Código penal que pretendía defender a las mujeres. El
resultado va a ser que el lugar en el que más seguras van a estar las víctimas
de violencia sexual van a ser las cárceles, puesto que el número de
delincuentes condenados por estos crímenes que han visto reducida su condena o,
directamente, han sido puestos en libertad, no deja de aumentar día tras día.
Finalmente, Juanita Petarda
está elaborando una ley animalista -animatonta habría que denominarla-
en la que, además de penarse más matar a una rata que otros delitos (teóricamente)
más graves, despenaliza la zoofilia si no produce lesiones al animal. Hasta
ahora, sólo estaba penada para los domésticos o domesticados.
Esta gente quiere que sus perversiones no sean delito para dar rienda suelta a sus más bajos instintos.
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