Cuando pones a cargo de la cosa pública a una totalitaria que además es, por mucha titulación universitaria que tenga, una analfabeta funcional, lo esperable es que desbarre de mala manera.
Su pulsión liberticida le llevará
a pretender controlarlo todo. Su idiocia -mi madre acostumbraba a decir que la
ignorancia es osada- hará que piense que tal cosa es posible. Si carece, además,
del más mínimo sentido del ridículo, demostrará a los cuatro vientos su
catadura moral y su indigencia intelectual.
Es el caso de la marquesa de Villa
Tinaja, licenciada en no sé qué y cuya única experiencia laboral fuera de
la política consiste en haber sido cajera de una gran superficie. Profesión por
lo demás tan digna como cualquier otra -cito de nuevo a mi madre, que solía
mencionar que no hay trabajo indigno- pero que desde luego no capacita, no ya
para regir aunque sea una parte pequeña del aparato del Estado, sino siquiera
para opinar sobre el tema.
Pues bien, la que fuera
calientacamas del Chepas, no sé si por estupidez, por osadía, por
populismo o por una combinación de los tres factores, ha propuesto, como
solución al alza de las hipotecas, topar el Euribor.
Dejando aparte lo aberrante del verbito de marras, compite por el primer puesto a la estupidez económica del siglo con la de que la inflación se soluciona dando a la máquina de hacer billetes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario