lunes, 13 de marzo de 2023

Ridículo supremo

Ya hace bastante tiempo -un cuarto de siglo, al menos- tuvimos un ejemplo palmario del surgimiento de los ofendiditos, esa gente que ve un insulto o una ofensa en casi todo lo que hacen o dicen los demás.

Según ellos, el empleo de la palabra nigger en la novela Huckleberry Finn, de Mark Twain, resultaba ofensivo para los negros. Y puede ser así, pero es que hay un hecho incontrovertible: a los negros del Sur de Estados Unidos, a mediados del siglo XIX, se les llamaba precisamente así.

Como las cosas no pueden sino empeorar, ahora la han emprendido con los libros de Roald Dahl, un autor que, hasta donde se me alcanza, lo que pretendía al escribir era precisamente (por así decirlo) tocar las narices a los melindrosos y tiquismiquis.

Pues bien, la editorial, de acuerdo con los herederos del autor, pretende eliminar de sus obras palabras como feo, gordo o negro, llegando a extremos tan ridículos como que donde dice un monstruoso tractor negro pasará a decir simplemente un monstruoso tractor.

Al menos, en Francia y España imperó el sentido común, ya que las editoriales de las obras de Dahl en esos países decidieron que no serían modificadas.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: