Como he dicho unas cuantas veces, es una extraña coincidencia que el viraje al que el psicópata de La Moncloa ha sometido a la política exterior española sobre el Sáhara Occidental se produjera más o menos al mismo tiempo que el espionaje de los datos del teléfono móvil del primer ninistro del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
En Vox piensan lo mismo. Pero
¿qué otra cosa cabe pensar, cuando la propia prensa marroquí aplaude que Rabat haya convertido a España en un títere y que las relaciones no sean de igual a igual?
Pienso mal, y temo acertar.
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