La izquierda -se proclame falsamente democrática o sea sinceramente antidemocrática, porque no hay democracia ninguna en el marxismo- está tan acostumbrada a la delación, al control absoluto, a la tergiversación de la verdad (no en vano George Orwell la criticó, primero en Rebelión en la granja y luego en 1.984 porque, no nos olvidemos, los fascismos son de izquierdas) que piensa que todo el monte es orégano.
Por eso, no resulta sorprendente que los de la mano y el capullo pretenda que los propietarios de mascotas ilegales se autodenuncien. Pero ¿en qué mundo vive esta gente? No se auto inculpan ellos de sus propios chanchullos, latrocinios y crímenes, y pretenden que lo hagan ciudadanos de a pie.
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