El séptimo volumen de la saga de The Expanse sería, además, la primera parte de la última trilogía. O, diciéndolo de otro modo, el planteamiento del desenlace.
De modo parecido a lo que ocurre con la tercera trilogía de La guerra de las galaxias -no sé por qué, pero en mi mente busco paralelismos entre ambas sagas-, han pasado varias décadas desde el volumen anterior.
Pero, a diferencia de la historia creada por George Lucas, aquí
no ha surgido una nueva generación de héroes, sino que los mismos de siempre
-James Holden, su tripulación y la Rocinante- siguen al pie del cañón, aparentemente
(bastante) inmunes al paso del tiempo.
Tampoco acaba de surgir el enemigo
definitivo, sino que se da protagonismo a la facción de marcianos que, tras
robar la protomolécula, se marcharon a Laconia. Probablemente, el nombre sea
intencionado, ya que coincide con el de la Esparta de la antigüedad, también
una sociedad profundamente militarizada.
A diferencia de otros libros de la saga, aquí
no todos los protagonistas -me refiero a la tripulación de la Rocinante-
salen bien librados cuando termina la novela. Hay prisioneros, y hay hasta
muertos. Al igual que al final de El ataque de los sith, parece que han
ganado los malos…
En cuanto a la Persépolis del título, corresponde a la que fuera capital del imperio aqueménida. Según Wikipedia, su edificación formó parte de un vasto programa de construcciones monumentales enfocadas a enfatizar la unidad y diversidad del Imperio persa aqueménida, la legitimidad del poder real y mostrar la grandeza de su reino. Las obras de Persépolis atrajeron trabajadores y artesanos venidos de todas las satrapías del imperio. Algo parecido a lo que supone Laconia en el curso de esta saga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario