La Sociedad de Naciones duró apenas una década y resultó completamente inoperante, puesto que permitió, primero, el ascenso al poder de los totalitarismos de izquierdas (recordad, niños: el fascismo y el nacionalsocialismo son de izquierdas) y no pudo evitar, después, el estallido de la Segunda Guerra Mundial (o la Primera Guerra Mundial Bis, o la Guerra Francoprusiana Tris).
Su sucesora, la Organización de las Naciones
Unidas, está durando bastante más, pero no puede decirse que lo esté haciendo bastante
mejor. Ha evitado, eso sí, el estallido de una Tercera Guerra Mundial, pero el
hecho de que haya en su Consejo de Seguridad cinco miembros permanentes con
derecho a veto asegura que nunca, jamás, va a salir adelante algo que
perjudique verdaderamente a alguno de los cinco.
Cosa distinta es que se haya convertido en
una cueva de ladrones y que algunos de sus organismos asociados muestren
peligrosas concomitancias con los peores movimientos de este desdichado mundo
en el que nos ha tocado vivir.
Porque ahora que ha empezado el canje entre
rehenes en poder de los terroristas palestinos y terroristas encarcelados en
prisiones israelíes, el país de la estrella de David ha denunciado que algunas de las rehenes liberadas estuvieron prisioneras en edificios civiles de la ONU.
Si dejaran la réplica al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, ya sabemos cuál sería: fango, bulos, intoxicación, mentiras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario