Una persona puede ser muy inteligente, tener mucha empatía o la capacidad de ser ecuánime sean cuales sean los condicionantes. O, al revés, no tener dos dedos de frente, ser un psicópata o funcionar siempre de manera subjetiva.
Lo que siempre condicionará nuestro modo de
ver las cosas, el de cada uno, son sus propias vivencias. Si naces varón, hay
cosas de las mujeres que jamás llegarás a entender, por mucho empeño que pongas
(alguno diría que nunca entenderás nada, pero ese es otro tema); si naces
mujer, tu punto de vista sobre cualquier tema, desde el mercado laboral a los
delitos sexuales, estará condicionado por tu condición cromosómica. Si naces
pobre, no entenderás a los ricos; si naces rico, no entenderás a los pobres; y
si naces de clase media, no entenderás ni a uno ni a otro.
Por si los seres humanos no fuéramos de por
sí bastante complicaditos, tenemos que pechar además con nuestras
circunstancias.
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