La lay de bajada de pantalones -por otro nombre, ley de amnistía- iba a servir, dijeron sus apologetas, para normalizar la situación en Cataluña, para reinstaurar la convivencia, para solucionar el problema catalán.
O se lo creían y eran imbéciles, o no se lo
creían y entonces consideraban que los estúpidos eran los destinatarios de sus
pamemas. Porque, una y otra vez, los amnistiados han proclamado que lo volverán
a hacer, que no renuncian a sus propósitos. Los ierreceos, sin ir más lejos,
proclamaron a comienzos de este mes que se fijan como objetivo para 2.031
trabajar por un referéndum inevitable, por unos nuevos 1 y 3 de
Octubre.
Los traidores, por una vez, avisan.
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