Los giliprogres cabalgan contradicciones: dicen perseguir la redistribución de la riqueza, pero se afanan por acapararla; dicen ser solidarios, pero resultan profundamente egoístas; dicen defender la democracia, pero son los más ávidos en practicar la autocracia.
Y dicen ser feministas, tolerantes e
inclusivos, pero muestran la mayor de las simpatías por una religión, una
cultura y una ideología -me estoy refiriendo al Islam- opresora, machista, homófoba
e intolerante como pocas se han visto en este desdichado planeta.
Por eso, cuando leo que una profesora
catalana denuncia que alumnas musulmanas abandonen el colegio porque sus padres les obligan a casarse, le diría que es otra cultura, la religión de la paz…
…y cuando dice que han intentado educarla con los valores de occidente, le diría que esos valores son de inspiración judeocristiana, dos religiones de las que el progrerío internacional abomina.
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