Cuando, hará un par de semanas -al menos- escribí el título de esta entrada, tenía muy claro de qué quería hablar. Sin embargo ayer, mientras repasaba mentalmente, me preguntaba en qué demonios estaría pensando cuando lo hice.
Lo que pasa es que, cuando intento en vano
recordar algo, mi cabeza funciona mejor si no pienso en ello. Por decirlo de
alguna manera, hago una búsqueda en segundo plano que, por lo general, suele
funcionar. Como esta vez.
A lo que iba. Con el título no me refería a
ese supuesto en que creemos que una cosa está en un sitio determinado, o con un
aspecto determinado y, como en realidad estamos equivocados, no vemos esa
cosa, por más que nuestros ojos pasen sobre ello.
Me refiero más bien a circunstancias, hechos,
sucesos que, observados retrospectivamente, ofrecían claros indicios de lo que
estaba por venir. Pero que, quizá por inconsciencia, quizá por optimismo, quizá
por no querer ver la realidad, pasamos en su momento por alto. Y luego llega lo
que tiene que llegar, y pasa lo que tiene que pasar, y te preguntas si no
pecaste de inconsciente no viendo -o no queriendo, o no pudiendo- ver venir lo
que se avecinaba, y si podrías haberlo evitado; o no, porque pasó lo que tenía
que pasar, y punto. Pero te lo preguntas.
Y hasta aquí puedo leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario