Todo llega para el que sabe esperar, y la pareja del psicópata de la Moncloa por fin declaró en sede judicial. Y como España es un país de cotillas -y bastantes le tenemos muchas ganas al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer-, se ha conocido el contenido de esa declaración.
Como todos los prestidigitadores de baratillo,
no hay que esforzarse demasiado para verles el truco. Se le ve a su marido, se
le ve a su cuñado y se le ve a ella. Ninguno de los tres es especialmente inteligente,
ni siquiera listo: son unos vivales, unos aprovechados ambiciosos y carentes de
escrúpulos.
Preguntada sobre la recomendación que hizo
del empresario que está en el centro de la trama, se descolgó diciendo que se trataba
de cartas tipo para apoyar la importancia de un proyecto. Pero ¿en calidad de
qué hizo esa recomendación? En teoría, sólo se ha dedicado a sus negocios
privados, pero su currículo profesional es más corto que el rabo de una boina. Así
pues, lo haría en calidad de pareja de su pareja, y a eso en mi pueblo lo
llaman tráfico de influencias.
Al menos, su afirmación de que lo hizo todo sin ánimo de lucro estaría respaldado por el hecho de que en las siete cuentas bancarias que ha localizado el juez que instruye el caso había solo veintiún mil euros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario