No recuerdo si fue Churchill o Thatcher quien dijo que el marxismo consiste, básicamente, en el reparto del dinero… de los demás.
En eso, los marxistas españoles son fieles
seguidores del jeta vocacional. Porque la penúltima ocurrencia de los neocom
-visto que nadie les hace ni caso, lo que les obligaría a emprender la ardua
tarea de buscarse un trabajo de verdad- ha sido la exigencia de que las empresas del Ibex 35 entreguen a la fuerza la mitad de sus beneficios al Estado,
con el objeto, dicen, de financiar políticas públicas que favorezcan a la
mayoría de la ciudadanía.
Lo malo es que esta gente suele entender por ciudadanía a ellos mismos.
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