Lo que peor le sienta a un autócrata es que se rían de él. Que le insulten, que le denigren, que le vituperen… no digo que todo eso le haga precisamente gracia; pero que se le tome a chacota, que sea objeto de mofa, befa y escarnio, que sea carne de meme… eso ya es lo más. Y da lo mismo si las risas surgen del ridículo de su persona o de aquellos que forman su entorno más cercano, le sentarán a cuerno quemado.
En el caso del teledirector de orquesta,
hermano del psicópata de la Moncloa, su renuncia al puesto en el que fue
enchufado ha provocado diversas reacciones, pero la mayoría han sido para
hacerle carne de chiste.
Como ése que decía que ha renunciado porque,
después de todo este tiempo, todavía no sabía dónde tenía que ir a trabajar ni
cuáles eran exactamente sus funciones.
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