miércoles, 19 de febrero de 2025

Receta segura para el fracaso

En la segunda mitad de los años ochenta del siglo pasado, el partido de la mano y el capullo, además de seguir aglutinando gran parte del voto de la izquierda, veía como el de la hoz y el martillo iba perdiendo fuelle tras la instauración (que no re: nunca hasta entonces había habido una verdadera democracia en España… y menos que nunca, en la segunda república) de la democracia, mientras que a su derecha aquello era una sopa de letras que ni las de los fascículos de pasatiempos.

En aquella época, digo, el ABC -al menos ese diario, que era el único que se compraba en casa de mis padres en aquel entonces- sostenía con cierta insistencia que mientras no se aglutinara de un modo significativo el voto a la derecha del PSOE en una sola formación (obviamente, Alianza Popular), Felipe González tenía asegurado seguir durmiendo en el palacio de la Moncloa mientras le apeteciera.

Aquel razonamiento me convenció. Tanto que, cuando en el examen para matrícula de honor de Derecho Político II el examen consistió en algo así como análisis y perspectivas de las elecciones generales celebradas en España desde la instauración de la democracia, rematé el examen con esa conclusión. Y no sé si sería por eso o por el conjunto, pero el hecho fue que saqué matrícula.

Por eso, cuando Macarena Olona -una mujer y una política por lo demás de lo más válido que hay en España- dice que falta una tercera pata para atraer un voto que nunca volverá al PP y que no se siente representado por Vox, recuerdo aquel examen de hace casi cuarenta años y deseo con todas mis fuerzas que semejante partido no se constituya jamás.

Porque eso sería tanto como rendirse ante el psicópata de la Moncloa para los restos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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