Desde mi masculino y derechista punto de vista, los postulados de la ley Sánchez-Montero descansan en dos patas: los hombres (heterosexuales y de derechas, claro) son todos malos y las mujeres nunca mienten. Teniendo en cuenta lo salidorros que han resultado ser muchos de los izquierdistas del siglo XXI, esas presunciones resultaban casi suicidas.
Ya hubo casos en los que dos mujeres acusaban
a un líder neocom de exhibicionismo o cosa semejante. Pero lo que estaba
por llegar era la denuncia contra el becario ubicuo. Según la víctima (me
refiero a la actriz), él se propasó y no se detuvo cuando ella le dijo que
parara. Según él, ella lamentó no haber ido juntos a un concierto tras la presunta agresión.
Uno de los dos miente. Sea cual sea de los dos, el discurso de la izmierda no se sostiene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario