El psicópata de la Moncloa debe tener el orto como la bandera de Japón. Y no lo digo por las malas lenguas que afirman que los cromosomas de su pareja son XY y no XX, sino por las veces que se ha dejado sodomizar por quienes le tienen bien agarrado por los dídimos.
La penúltima, con el llamado decreto ómnibus,
que nunca, jamás, por ningún concepto, de ninguna manera, ni por asomo, iban a
trocear para que se pudieran aprobar las medidas sobre las que había consenso.
En horas veinticuatro había cambiado de opinión y se abrió a dividir la norma en pequeñas diócesis, como le había reclamado prácticamente todo el arco parlamentario… salvo los de la mano y el capullo, claro está.
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