Ha pasado otro año. Un año raro fuera de este blog, y con varios récords batidos dentro del mismo.
Para empezar, me leen desde veintiséis nuevos países; por orden alfabético, Andorra, Australia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bélgica, Bolivia, Canadá, Costa Rica, Cuba, República Checa, Francia, Guatemala, Honduras, Hong Kong, India, Italia, Japón, Pakistán, Paraguay, Polonia, Puerto Rico, Rumanía, Sudáfrica, Tunicia, Reino Unido y Uruguay. Es decir, que ya me leen en los cinco continentes (francamente, uno se pregunta qué puede encontrar de interesante un tunecino o un azerbaiyano en lo que escribo).
La
pandemia de la Covid-19 ha hecho que muchos días doblara entradas; unido a la cuestión
catalana, el tener tres entradas al día dejó de ser algo esporádico. Como consecuencia,
he superado las setecientas cincuenta entradas en un año (más de dos al día de
media), y las cinco mil en el total del blog.
Por el contrario, hay series que siguen paradas (la de Psicología del octavo pueblo) o que, directamente, no he comenzado aún (la de los frisos rúnicos de las obras de Tolkien), mientras que decidi iniciar la de las reflexiones atemporales. No me atrevo a dar una fecha en que lo ataque, como tampoco me atrevo a proponerme llegar a las mil entradas en un año… no sea que lo consiga.
¡¡¡FELIZ 2.021!!!