La vieja guardia del PSOE -la comunista está muerta y enterrada-, de vez en cuando, alza la voz -pero tampoco demasiado- criticando las formas, modos y maneras de la actual cúpula dirigente del partido delinquidor, fundado por Sénior y cuyo símbolo actual es una mano y un capullo.
Por más verdades que digan ahora,
conviene recordar que esa gente votó lacayunamente todo lo que se les ordenó. Alfonso
Guerra brama contra los golpistas catalanes, pero siendo presidente de la comisión
constitucional del congreso, si mal no recuerdo, votó a favor del sedicente y
sedicioso estatuto de autonomía. Y como ese, habrá cientos de casos.
Por eso, aunque ahora digan las
del barquero, conviene no olvidar de dónde vienen y, sobre todo, el partido que
no abandonan ni a tiros. Así, es muy razonable lo que dice Joaquín Leguina,
sobre que para reconstruir la socialdemocracia en España es imprescindible echar a Sánchez.
Suponiendo que haya algo decente que reconstruir, que es mucho suponer, don Joaquín.
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