Como siempre hablo sobre los mismos temas (en general), es inevitable que me repita. Si hablo de la izquierda -probablemente en la derecha también sea así, pero ya sabemos que utilizo este blog para dedicarme a dar estacazos, sobre todo, a los epígonos de Marx-, diré que el poder (el detentado o el aspirado) es lo único que les mantiene cohesionados (punto en común con los secesionistas catalanes), y que cuando se trata de ponerse el primero en la fila se olvidan las solidaridades ideológicas y rige la norma de Zerolo el último.
Una regla elemental de la
política española -donde rige la Ley D’Hont- es que la unión hace la fuerza; es
decir, que cuanto más grande sea un partido -cuando menos dividida es distintas
formaciones esté una ideología-, más escaños conseguirá (más que
proporcionalmente, como suele decirse). Por ello, la idea de Egolanda
de crear un frente amplio a la izquierda del PSOE (esto es, de
recomponer Podemos, más disgregado en las banderías que lo integraban cuanto más
poder pierde) tiene su lógica.
Como también tiene su lógica, conociendo al personal, que unos no se fíen de otros -bastante han tenido con el personalismo del Chepas-, aunque lo disfracen con fórmulas del tipo sumar por sumar no es suficiente.
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