Es sencillo reconocer a un hipócrita o a un miserable: cuando se le pide que condene un crimen concreto, condena la categoría, cualquiera que sea su origen.
Si a los seguidores del orate con
boina les reclamabas que condenaran los atentados de la banda terrorista de
ultraizquierda, contestaban que condenaban la violencia, viniera de donde
viniera. Y ahora, cuando le piden al psicópata de La Moncloa que apoye a la
familia de Canet de Mar que, por algo tan simple como pedir el cumplimiento de
la Ley y de las resoluciones judiciales, es diana del odio de las hordas nacionalsocialistas
catalanas, Sin vocales se sale por la tangente y dice condenar el acoso venga de donde venga.
Excepto si lo ejercen los que le apoyan, claro está. Pero eso se lo calla.
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