Probablemente no pase nada, porque a las instituciones europeas no se le da una higa lo que le suceda a los individuos aislados; pero tendría su aquél que fuera el acoso a un niño de cinco años y a su familia, que sólo pretenden que se cumpla el ordenamiento jurídico -y un cumplimiento de mínimos, además- lo que precipitara la debacle de los golpistas catalanes.
Porque los tres partidos de la
oposición en España -teniendo en cuenta el conglomerado entre socialistas,
comunistas, terroristas, golpistas y demás compañeros mártires, sólo lo que
está a la derecha de los de la mano y el capullo cabe ser considerado
oposición- han llevado el tema al Congreso de los Diputados, a la Comisión Europea, al Tribunal Supremo y al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que ha ordenado al consejo regional de gobierno que vele por la normal convivencia en la escuela a la que acude el niño.
Lo malo es que, en Cataluña, lo normal
es lo que en otras partes resultaría anormal. Tanto es así, que Rosa Díez lo ha
puesto de manifiesto al preguntarse cuánto tardaría la fiscalía en denunciarla si pidiera que le hagan el vacío a las hijas del psicópata de La Moncloa. Mientras,
Ñoñilondo II -sabía que era un error nombrarle defensor del pueblo; lo
que no sabía es que los hechos tardarían tan poco en darme la razón- se ha
puesto de perfil -porque eso, y no otra cosa, es el trabalenguas De lo que hemos conocido hasta ahora, yo digo que no hemos conocido lo que tenemos queconocer para poder tomar una resolución (¿qué más quiere, este hombre?)- y evita defender a la familia del
niño.
Y el consejero regional de educación, que alienta el linchamiento social de la familia afectada, ordenó hace un mes al colegio de marras acatar la sentencia que ordena dar, al menos, un veinticinco por ciento de las clases en español.
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