El nivel de la clase política española actual es manifiestamente mejorable. No digamos ya en los cortijos secesionistas, y más si son de izquierdas. Como suele ser habitual, uno ya no sabe si son más malos que tontos, o más tontos que malos, tanto empeño ponen en desarrollar ambos rasgos.
El último ejemplo lo tenemos en
la reciente visita de Su Majestad el Rey de España don Felipe VI, a quien Dios
guarde muchos años, a Barcelona. Tanto la alcaldesa de la ciudad como el
presidente del consejo regional de gobierno trataron de boicotear al Jefe del
Estado… y acabaron sentados a la misma mesa que él. Y es que, hasta para
molestar, hay que servir.
Ya lo dice el viejo adagio español: no ofende quien quiere, sino quien puede…
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