Hay un viejo adagio castellano que dice hacer, de la necesidad, virtud. Esto significa -no he encontrado una definición válida en español- sacar ventaja de la desventaja y beneficio de las desgracias. Es una de las normas que rige mi filosofía de vida, pero más bien en el sentido de que, si una cosa no puede evitarse, más vale que te acostumbres a ella.
Según he escrito el párrafo
anterior, caigo en que no se ajusta exactamente al tema de esta entrada. Pero,
por otra parte, con esa reflexión descubro un aspecto de mí que no tiene que
ver con mi ideología o mis creencias.
A lo que vamos. En entradas
anteriores venía a decir que la promesa que el desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer hizo a los ierreceos en relación con imponer
a las plataformas digitales extranjeras la obligación de ofrecer un determinado
porcentaje -el seis, en concreto- de su programación en ese dialecto del
occitano que se habla en Barcelona era, en el mejor de los casos, un farol, y
un embuste descarado en el peor.
En resumen, que España carecía de
cualquier medio de obligar a esas empresas extranjeras a hacer lo que los necionanistas
catalanes querían. Y, queriendo disfrazar lo que no era sino un fracaso
anunciado, al final el pacto entre malhechores no afectará a Netflix, ni HBO,
ni Disney, ni Amazon Prime por tener su sede en el extranjero, sino sólo a las
plataformas españolas.
Está por ver si es constitucional
esta última disposición, puesto que las lenguas regionales sólo son cooficiales
en sus respectivas regiones, el español es la única que todos los españoles
tienen el deber de conocer y el derecho a utilizar y, finalmente, las empresas
pueden hacer lo que quieran siempre y cuando no infrinjan la Ley.
Para terminar, otra de mis normas de vida (como tantas otras, tomista): una Ley inicua no debe ser obedecida.
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