viernes, 17 de diciembre de 2021

¿Crisis climática? ¿Qué crisis?

Cualquiera que me conozca o que lea este blog con cierta asiduidad sabrá que, en materia del llamado calentamiento global, me alineo en las filas de los escépticos.

Y ello es así por varias razones fundamentales: quienes dan la alarma sobre el tema -el caso más conspicuo, el de quien fuera vicepresidente de William Jefferson Clinton- no son, en su vida diaria, coherentes con sus proclamas; ese apocalipsis climático que vaticinan no acaba de producirse, a pesar de que no se toman las medidas necesarias y de que dicen que es irreversible (si es irreversible, da lo mismo lo que hagamos, ¿no?); y, a pesar de que sostienen que están en lo cierto, falsean los datos que presentan a la opinión pública. Eso por no decir que los países que más contaminan -porque el medio ambiente no se les da un ardite- no participan en las cumbres sobre el tema.

Hace un mes y medio tuvimos cumplido ejemplo de lo que digo. En Roma se celebró una cumbre del llamado G-20, en el que se pretendían tomar medidas (otra vez) contra el calentamiento global. A esa cumbre no acudieron ni China ni Rusia, no se tomaron medidas concretas… y el presidente de Estados Unidos, el pedófilo senil, acudió en un convoy de ochenta y cinco coches. Me da lo mismo si los coches funcionaban con combustible fósil o con electricidad; porque, en este último caso, la fabricación de los mismos también habría contaminado lo suyo.

Acojonao, debe estar el cambio climático...

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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