Hará mes y medio que saltó la noticia de que se había quitado la custodia de su hijo a una madre que vivía en la Galicia profunda. Naturalmente, todos las giliprogres -alguna con más perímetro torácico que cociente intelectual- se pusieron de uñas con la resolución judicial -emitida, además, por una juez-, en la que aparecía la mencionada expresión.
Pero el quid de la cuestión es
que no se retiró la custodia a la madre porque viviera en la citada
zona, sino que vivía. Es decir, igual podía vivir en la Andalucía profunda,
en la Extremadura profunda o en la Castilla profunda. Se le retiró, entre otras
cosas, porque se había llevado al niño sin el consentimiento del padre.
Naturalmente, este matiz es obviado por gente como la que me puso a parir cuando planteé la posibilidad de que quien ejerciera la llamada violencia vicaria en una pareja fuera la mujer, y no el hombre…
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