La izquierda en general, desde Marx, se ha autoerigido en defensora designada de los débiles y oprimidos. Otra cosa es que, cuando alcanza el poder, oprime con mucha más saña y encono que aquellos opresores contra los que decía luchar.
Y eso pasa tanto en las dictaduras
como en las democracias. Porque la izquierda en general, y los comunistas en
particular, son incapaces de renunciar a su vena radicalmente totalitaria. Y empleo
radical en un doble sentido, tanto en el de estar en la raíz de su ideología
como en su carácter extremo.
Y tanto en las dictaduras -que se
lo digan a los cubanos- como en las democracias, el pueblo acaba hartándose. Y como
se harta, protesta. Y, en ocasiones, deja frases verdaderamente brillantes, de
esas que a uno le habría gustado crear.
Es lo que ha ocurrido con una acampada de mujeres dedicadas a los cuidados en domicilios, que desde el 1 de Noviembre esperan a la intemperie a las puertas del ninisterio de Paro. El motivo es su precariedad laboral y la exclusión que sufren de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. De momento, Egolanda sólo ha jugado con ellas sin aceptar compromisos concretos.
A esto, las cuidadoras responden
que su matria es una patria travestida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario