El psicópata de La Moncloa, que es un vivales, no respeta a los muertos, y no tiene empacho en utilizarlas sin rebozo si piensa que le puede beneficiar.
Ha sido el caso del acto
realizado en el vigésimo quinto aniversario del asesinato de Miguel Ángel
Blanco por los criminales de la banda terrorista de ultraizquierda. No sólo
equiparó como países del mismo nivel a España y Vascongadas, sino que
afirmó que viven libres y en paz.
Y las víctimas de ETA,
que si algo tienen es sensibilidad, se sintieron llenas de justificada
indignación y señalaron que su discurso fue totalmente abominable. No
sólo eso, sino que ha pactado la ley de desmemoria antidemocrática con los
terroristas que aposientan sus nalgas en los escaños del Congreso, una norma
que victimiza a los terroristas y pretende reescribir la historia, y que ha
sido remodelada por los juristas del hacha y la serpiente para
(intentar) evitar que el Tribunal Constitucional frene el golpe a los cuerpos y
fuerzas de seguridad del Estado, a los que siempre han acusado de torturas.
Como será la cosa, que
un grupo de históricos del PSOE han firmado un manifiesto en contra de
ese aborto legislativo. Glorias pasadas tenían que ser, porque de los presentes
ninguno se va a atrever a levantar la voz hasta que el psicópata haya
empezado a caer a la sima de la que, esperemos, esta vez no vuelva a salir
jamás.
Por el bien de España.
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