Que la izquierda española siempre ha patrimonializado -se ha aprovechado para su uso y disfrute particular- de lo público es algo que no puede negarse. Gente habrá que replique y la derecha, ¿qué?, a lo que yo respondo que no es de la derecha de lo que estoy hablando, y que el hecho de que Hitler fuera un monstruo no convierte a Stalin en un santo.
Pero pocos lo han hecho
con tanto descaro como el psicópata de La Moncloa: no sólo hace lo que hicieron
sus predecesores, sino que lo proclama, ufano, en entrevista televisiva,
afirmando que la fiscalía depende del desgobierno socialcomunista que tenemos
la desgracia de padecer.
Así las cosas, no es de
extrañar que uno sospeche cuando lee noticias como que la fiscalía archiva la denunciadel Partido Popular por la concesión de ayudas a la empresa de los padres dePedro Sánchez, o que la abogacía del Estado defenderá a la ninistra de Lomismodá
en la demanda interpuesta por el exmarido de una de sus conmilitonas, al que no
dudó en llamar maltratador, a sabiendas de que no hay ni una sola condena
contra él y que todas las denuncias en esta dirección han sido desestimadas.
Y si, como Edmundo Bal, tienes la hombría de oponerte a las presiones de los políticos, te arriesgas a que te cesen, y que luego encima se rían de ti en sede parlamentaria.
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