El psicópata de La Moncloa piensa, al parecer, que al otro lado de los Pirineos son tan crédulos como a este, o que sus embustes y trapacerías van a tener allende las mismas consecuencias negativas para él que aquende (es decir, pocas o ningunas).
Cabe otra posibilidad, y es que sea consciente de que en política, y más en política internacional, un exceso de escrúpulos es más perjudicial que beneficioso, al menos para la carrera política.
Sólo así se explica una incoherencia tan obscenamente
escandalosa como que haya multiplicado por cuatro la compra de gas a Rusia, tras visitar a Zelenski y mientras Putin sigue masacrando ucranianos.
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