El principal culpable de que la democracia española haya devenido una partitocracia, en la que todas las instituciones del Estado están sujetas a cuotas ideológicas, es el Partido Socialista Obrero Español, que prostituyó el Tribunal Constitucional con la sentencia sobre la expropiación de Rumasa, alteró la idea del legislador constituyente respecto al Consejo General del Poder Judicial con la malhadada Ley Orgánica del Poder Judicial de 1.985 y, en general, ha colonizado todos los resortes del estado con personajes cuya característica principal no es su capacidad profesional, sino su adamantina adscripción ideológica.
Esto, unido a su
absoluta falta de vergüenza, hace que sujetos como Cándido Conde-Pumpido, que
fuera fiscal general del gobierno de zETAp y defendiera que las togas debían
mancharse con el polvo del camino -quizá decir la sangre le pareciera
demasiado fuerte, a pesar de estarse refiriendo a la banda terrorista vasca de
ultraizquierda- suene como candidato a presidir el Tribunal Constitucional…
pero que otra de las magistradas, una tal María Luisa Balaguer, que también aspira al puesto, tenga como
mayor aval el tener un perfil muy radical sobre la odiología de
género (iba a escribir ideología, pero los dedos me han traicionado
y lo dejo así, porque esa llamada perspectiva tiene como uno de sus
rasgos definitorios el odio a quienes no la comparten).
Todo ello, claro está, si retuercen la Ley y nombran por su lado a los dos magistrados que corresponden al consejo de ninistros; nombramiento que debe ir de la mano con los nombrados por el Consejo General del Poder Judicial… órgano que, estando en funciones, no puede efectuar tales nombramientos precisamente por una norma aprobada, no hace tanto, por el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Empezaba diciendo que el principal culpable tiene su sede en la calle Ferraz. Pero el principal responsable, por no haber cambiado las cosas cuando ha podido hacerlo y participar en el conchaveo, la tiene en la calle Génova.
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